jueves, 20 de mayo de 2010

La enseñanza conjunta con alumnado de ambos sexos a veces es complicada

Uno que estudio, tal como correspondía a su época, en colegio con alumnado exclusivamente unisex, y como solo tuvo compañía femenina en el aula, en el primer curso de primaria en un colegio de monjas y no volví a tenerla hasta la universidad, observa como un adelanto indiscutible el que hoy en día la educación, de manera generalizada, acoja a ambos sexos dentro de los mismos centros educativos, no solo sin problemas, sino con la mayor naturalidad.

La igualdad de oportunidades para ambos sexos ha sido un trabajo no exento de dificultades para todas aquellas personas que creíamos sinceramente en la equiparación de derechos, y desde luego, no hemos dudado, en muchos campos de nuestra vida cotidiana, en poner cotas con el objetivo de garantizar un mínimo de personas de un mismo sexo a la hora de formar grupos humanos de trabajo, ya sea en las candidaturas electorales, en órganos de representación institucional, etc ...

Durante todos estos últimos años en los que se ha promovido la discriminación positiva, el avance de la mujer en la asunción de responsabilidades en muchas áreas ha sido claramente significativo y hoy es el día en el que podemos decir que en sectores como la justicia o la medicina tienen una presencia mayoritaria.

Dicho todo lo anterior y queriendo dejar claro que lo que se sigue buscando en los centros educativos es formar grupos con el alumnado lo mas equiparados posibles en cuanto a sexos se refiere, planteo una cuestión no exenta de polémica y ante la cual el debate está asegurado.

En los institutos donde se oferta la posibilidad de formar grupos trilingües, lo más normal suele ser que el número de solicitantes supere al de las plazas que se ofertan y, ante la cuestión de cómo hacer la selección, el contar con las calificaciones obtenidas en el curso anterior suele ser una alternativa generalizada. Hoy en día,  esto, en la mayoría de los casos supone que de treinta plazas, por ejemplo, veintisiete sean mujeres, y optando por este método exclusivo, se rompería la dinámica de inserción obligatoria en cada grupo de un número mínimo de alumnado de uno de los sexos.

Y aquí viene la pregunta : ¿mantendríais la discriminación positiva también, en este caso, para el sexo más desfavorecido?

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