domingo, 23 de abril de 2017

Los libros en las bibliotecas hablan entre ellos y el buen lector escucha esa conversación.

     La presencia de los libros hoy en la calle, además de una iniciativa comercial en el Día Mundial del Libro, es la imagen de la disponibilidad permanente del libro. 

Hoy es de obligado recuerdo, por celebrarse el aniversario de su muerte, la obra perenne de Shakespeare y de Cervantes. Pero también la de otros grandes autores en las diferentes áreas de la creación literaria y del saber. Porque hay libros que no vale la pena leer, otros que conviene leer, y algunos para releer e incluso aprender. Estos grandes libros no se suelen ver en los escaparates ni entre las novedades, aunque siempre están discreta y fácilmente disponibles. 

Dice Ítalo Calvino que los libros en las bibliotecas hablan entre ellos y que el buen lector escucha esa conversación. Así es. El buen lector dialoga con el autor y escucha ese interesante coloquio de los libros, coordinado y vertebrado por unos cuantos libros básicos, bien leídos y aprendidos, que forman las estanterías y los plúteos de nuestra mente.

El libro puede resistir temperaturas superiores a los 451 grados Fahrenheit, pero no sobrevive al olvido ni a la frívola superficialidad de tomarlo como un objeto más de moda y de consumo. Los medios digitales, bien utilizados –sin olvidar los derechos de autor–, no matarán el libro. La digitalización e internet ponen, incluso, a nuestro alcance bibliotecas y libros que antes resultaban de imposible o de muy difícil acceso. Además, se puede alternar de forma equilibrada el ‘cliquear’ con el paso lento y acariciador de las hojas de este amigo incondicional, cuya fiesta hoy celebramos

Con gratitud: ¡Felicidades, amigo! ¡Por muchos años!

No hay comentarios: