martes, 4 de mayo de 2010

No hay navegación sin agua

Imagínense ustedes una administración interesada en que la ciudadanía navegue. En chalupas, barquitas o buques varios, pero que navegue, y para ello, subvenciona la compra de todo tipo de embarcaciones. 

El cauce por el que van a viajar las mismas es amplio pero tiene poco calado, poca agua, y si bien esa misma administración ha prometido que abrirá las compuertas del pantano para que el canal lleve el agua suficiente para que todos naveguen a placer, el deseado líquido todavía no llega.

Pero encima, la gente se está animando, muchos que ayer eran alérgicos a los navíos de cualquier tipo empiezan a utilizarlos y a reconocer las ventajas de su uso. Todos los viejos marinos que desde hace tiempo aspirábamos a un apoyo de este tipo por parte de la administración y que empezábamos a desanimarnos por no ver la luz del final del túnel renovamos nuestros esfuerzos animando al personal de nuestro entorno a terminar de convencerles de lo bueno de la propuesta. Por una vez, parece que todos "remamos" en la misma dirección. El optimismo aflora.

Pero que poco dura la alegría en casa del pobre. El número de embarcaciones que transitan por el canal se ha multiplicado por diez y el nivel del agua sigue siendo similar. La buena predisposición de los que se apuntaron no muy convencidas a la movida comienza a transformarse en fustración. Si las compuertas no se abren y el nivel de agua no sube pronto de manera sustancial, muchos a los que en un principio hemos conseguido hacerles sonreir tras sus primeras pruebas nos van a contagiar su fustración posterior. El aumento del nivel del agua se hace imprescindible.

Pasando todo el ejemplo anterior a palabras como ordenadores en el mundo de la enseñanza y ancho de banda por H2O, el problema es especialmente urgente de solucionar. Centros donde se ha conseguido que el 100% del profesorado se implique en el tema y donde el alumnado, que para esto se motiva solo, solicita cada vez con mayor lógica el uso de estos nuevos instrumentos educativos en los centros, corren el peligro de verse absolutamente frustrados a pesar de haber tocado con los dedos la posible solución a muchos de los problemas históricamente  aparcados.

No es una critica a nadie, sino un grito de desesperación como responsable TIC de mi centro.

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